Patricia Renart ganadora del III Concurso de Microrrelatos de San Valentín
Patricia Renart ganadora del III Concurso de Microrrelatos de San Valentín en el Colegio Los Sauces de Torrelodones.
Un año más, en el Colegio Los Sauces de Torrelodones, hemos celebrado el III Concurso de Microrrelatos de San Valentín, un certamen muy apreciado por nuestros alumnos, pues sabiendo que se acerca la fecha del acontecimiento preguntan por él y también por nuestra parte, por seguir despertando la creatividad y el entusiasmo más allá de las aulas, reflexionar sobre los sentimientos, en este caso el amor, y expresarlo. Este año ha ganado Patricia Renart Carnicero, alumna de 2.º de Bachillerato, a la que se le ha entregado unos regalos literarios: un marcapáginas personalizado, una vela perfumada de Mujercitas, un organizador de la semana y el libro de Invisible de Eloy Moreno. Presentó un emotivo relato sobre la importancia y la fuerza que promueve el amor como energía motora de la existencia que esperamos que disfrutéis.
A continuación os dejamos su relato:
Desconocimiento perfecto
El olor a café recién hecho cada mañana. El beso de buenos días de mis padres al volver de la cafetería del hospital, tras desayunar otra vez esas horribles tostadas. El aroma de las flores que traen mis compañeros de clase, a los que creo que por fin puedo llamar amigos. Las confesiones silenciosas de todos ellos, las palabras de aliento, las historias que narran.
El roce de sus labios contra los míos, tiernos y delicados cada día. Su aroma, totalmente propio, mezclado con el de su té favorito, dulce y suave a partes iguales. El tacto de sus manos contra mi desnuda espalda, descubierta por la fina bata de hospital. La pequeña brisa que me trae al susurrarme al oído, acercando sus labios a mi inmóvil rostro. Él.
Tanto tiempo atrapada en este eterno y embriagador sueño me ha permitido darme cuenta de que son todos esos pequeños fragmentos los que componen la definición del amor. No los te quiero, ni los regalos, no las palabras vacías, ni los lujos excesivos, sino los pequeños detalles diarios. Entré en esta blanca y fría habitación hace lo que parece una eternidad, totalmente rota, inconsciente y ahogada. Creyendo que ni yo ni mi propio cuerpo era digno de conseguir ser querido, que mi ausencia no la percibiría nadie y me desvanecí. Esos pequeños gestos cambiaron toda convicción, el cariño se impuso al insulto, la verdad a la mentira. Gestos que abrieron mi mirada, por muy solo que estés siempre tendrás a alguien a tu lado, siempre habrá alguien que lloraría por ti, siempre habrá unos labios a los que volver, siempre habrá un él.
Tras la inmensidad de este casi eterno sueño, decido volver, decido abrir los ojos, despertar y comenzar a vivir. La vida no fue, ni es ni será perfecta, pero ¿qué sería de ella sin amor?